viernes, 28 de diciembre de 2007

de Anita Y Santiago



ANITA
Anita es la hermana mayor, con 4 años cumplidos.
Anita hace que las palabras salgan del sopor cotidiano, y las vuelve divertidas.
Anita no dice “Che Guevara”, sino “Quechevara”.
Anita no dice cumpleaños, dice “pucaños”.
Anita no me dice Luchi, me dice Uchi.
Anita, el 23 a la noche se arrodilló ante el árbol de Navidad y pidió: “Papá Moel, te lo ruego, traeme el traje de la sirenita”, entre llantos.
Anita recibió el traje de la sirenita y unas sandalias de las princesas de Disney, y se pusó todo junto, recibiendo el comentario paterno de que “estaba impresentable”.
Anita no le dice “Alicia” a su abuela sino “Licia” porque “la A es suya”.
Anita abraza poco, pero da los abrazos más lindos.
Anita da pocos besos, pero son inesperados, espontáneos y te llenan como ningún otro.
Anita está contenta porque aprendió a dibujar “mariposas y zapatos”.
Y yo estoy contenta porque Anita dibuja mariposas, se disfraza de Sirena, disfruta más que nadie de su pucaños, y me da los abrazos y los besos más lindos, cuando menos los espero.




SANTIAGO
Santiago es el miembro más nuevo de la familia, con sus 19 días cumplidos hace minutos.
Santiago se mueve todo el tiempo, pero ya sabe dormir solo.
Santiago tiene los ojitos muy abiertos, aunque todavía no pueda mirar nada.
Santiago tiene un olorcito que no se compara a nada, y sólo puede catalogarse como “olor a bebé”.
Santiago duerme toda la noche, mamá y papá agradecidos.
Santiago llora despacito y da unos grititos tan suaves, que te dejan con ganas de escuchar más.
Santiago tiene un pocito en la cola.
Santiago se saca el chupete todo el tiempo, e inmediatamente le hace saber al mundo que necesita recuperarlo.
Santiago esboza una sonrisita de costado, que algunos llaman reflejo.
Yo prefiero pensar que ya se ríe un poquito de esta familia disfuncional que le tocó.

Test para mujeres psicológicamente afectadas, parte I:

dime como reaccionas a los pleitos con tu madre y te diré que clase de neurótica eres.

Ante las peleas:
1) Decides enfrentarla valerosamente y responder con tus propios argumentos.
2) Optas por ignorarla, dejar que su monólogo de climaterio conflictivo pase desapercibido hasta que muera por su propia irrelevancia.
3) Comienzas llorar angustiosamente hasta eliminar todo el contenido negativo que te invade.
4) Te largas a llorar angustiosamente hasta que el enemigo se apiade de ti.
5) Lloras angustiosamente hasta que alguien se conmueva y se te alíe en la lid.
6) Te muestras completamente divertida con la situación, hasta llevarla a su frustración.
7) Sólo te sientes satisfecha una vez que has logrado librarte de ella, en la generalidad de los casos mediante métodos violentos (léase: encenderías una hoguera sólo a ese fin, aunque mueras en el intento).

Si elegiste:
1) Estás tan loca como tu madre. Es muy probable que seas su calco en la menopausia.
2) Sos peligrosa. Generalmente las mujeres como vos dejan que la situación pase inadvertida pero no pueden evitar luego de un par de años actuar alevosamente hachando la cabeza de la progenitora (el hacha no es instrumento esencial, puede ser reemplazada por elementos contundentes o armas blancas).
3) Tu debilidad encanta a la boa matriarca. Cada lágrima que derramas es néctar para su ego.
4) Sos una pésima estratega. No me extrañaría que, desde donde estés, oigas la risa de la hiena.
5) Otra mala estratega. Si alguien se te alía porque lloras, no es buen aliado: es demasiado sensible y poco táctico. Necesitas de un verdadero can que al menos, haga del trance bélico algo divertido y morboso.
6) Puede llegar a ser una buena táctica, pero no funciona para todos. Quienes tenemos madres corpulentas (y usualmente de orígenes mediterráneos) sabemos lo difícil que es mantener la sonrisa al ver tremendo espécimen abalanzarse. Por otro sector, quienes tienen madres que los mantienen tendrán bien en claro el significado de la palabra extorsión.
7) Suelen ser mujeres que llevan más de 40 años conviviendo con sus madres y en general, ya han experimentado casi todas las reacciones de los incisos 1 a 6, que por cierto nunca funcionaron.
Hace aproximadamente 1 año, esta rara avis se preguntó para qué podrían servirle esas viejas estacas de madera que guardó su padre antes de morir, e incluso estuvo a punto de tirarlas. Tiempo más tarde (luego de que su madre fuera hallada estaqueada en el jardín de su casa a pleno sol de enero, a lo gaucho del Martín Fierro), cayó en la cuenta de que su padre, como siempre, tan previsor, había forjado su futuro (o más que forjado, tallado).

lunes, 26 de noviembre de 2007

¿Self destruction o shell destruction?

Si uno pudiera girar sin marearse, no giraría. La teoría es que los daños colaterales hacen que algunas cosas (tampoco nos vamos a poner en extremistas) sean atractivas por los peligros que las circundan. Todos tenemos la ilusión de tener una anécdota para contar a las generaciones venideras de cómo logramos salvar nuestra vida, ya sea de un tiburón blanco o de pisar una cáscara de banana. Todos queremos tener nuestra propia odisea para ser más interesantes. Y si no las tenemos, las inventamos.
Es así que llegamos al punto de creernos que, en cierta medida, nuestra vida está apoyada sólo en eso que nos construimos, que nos quisimos creer, que nos quisieron creer.
Pero cuando eso ya no se sostiene, todo parece venirse abajo. Lo que pensamos que somos. Lo que piensan que valemos. Lo que vale. Lo que somos. Lo que piensan. Lo que no pensamos. Lo que no piensan.
La cuestión está en encontrar un centro espeso y persistente. Algo que está firme aunque no lo hayamos usado durante años. Algo que está esperando a que decidamos vincular un poco más el hacer con el querer, y no tanto el deber con el quieren.
A veces son necesarios muchos años para encontrar la forma de viajar al centro de la tierra.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Ranking Húmedo

Resulta ser que todos los seres humanos necesitamos expresarnos de alguna forma. Algunos nacen con la variedad y usan y abusan del grito, las carcajadas, las lágrimas, protestas, resoplidos y hasta algunas caídas de pestañas.
Yo suelo ser un poco más monotemática. O ¿bitemática? (si no existe, lo invento).

Salvo las risotasdas cuasi-convulsivas que suelo tener cuando algo me causa gracia, suelo llorar. Mucho. Mares.
Pero a contrario sensu de lo que la mayoría piensa, no lloro de tristeza. Es más, muy pocas veces de todas las que lloro lo hago por esa razón. Lidera el ranking la indignación, pero creo que expresarla de esa forma debe ser por el bien a la humanidad: reemplaza a la reacción que tendría si no llorase, es decir que evita que cometa varios homicidios emocionales (probablemente por asfixia o por impacto de algún objeto contundente en frentes familiares).
Segundo puesto: la bronca (no confundir: la indignación se presenta cuando sabemos que algo es ilógico, tan ilógico que se hace racionalmente imposible combatirlo; la bronca, por el contrario, surge cuando algo completamente racional viene a invadir el equilibrio mental que se construye sobre la base de lo ilógico).
Tercer puesto: la desesperación. Es la sensación de que todo se desbanda, se va de las manos. Viene acompañada por el hecho de saber que hay muy pocas cosas por hacer, y por la esencia mental de ser humano, que tiende a conformarnos con que probablemente no funcionaría si probáramos.
Y finalmente, en el puesto cuatro, la tristeza. No es que uno no sufra, pero generalmente viene tan mezclada con las anteriores que termina siendo bastante relegada, parece que perdiera fuerza. Muy pocas veces sentí sólo tristeza; me lo reservo, para no mojar el teclado.




Anécdota témática, como para no perder el hilo

Lu a Anita: ¿Qué te pasó en la carita?
Mer, mamá de Ani: La arañó un gato
Lu a Mer: ¿Y Ani que hizo?
Anita a Lu: Anita lloró

martes, 13 de noviembre de 2007

De nimiedades como el clima, los estados de ánimo y las frases populares

Si es cierto que el estado de ánimo depende de cómo nos trate el clima, odio estos días que anuncian soles y regalan lluvias, para terminar anocheciendo con una crueldad que se refleja en frío y frazadas. Frazadas que se vuelven a escapar de los placares y nos miran, ahí, tendidas. Y nos recuerdan que no, que aún no es momento de dormir bajo las estrellas.


Todavía no vale el “vos, dormí sin frazada”.

martes, 6 de noviembre de 2007

"y después de batir, agregue sobre la hoja..."

Hoy tengo ganas de escribir algo largo. Algo que no todo el mundo quiera leer.
Creo que no va a tener mucha coherencia, o tal vez si la tenga, pero lo que le va a faltar es un hilo conductor.


Como que no llueva los domingos a la mañana, pero sí los lunes. Parece que los dioses han acordado que levantarse temprano sea lo más tortuoso posible, y por eso le agregan lluvias, ganas de dormir, y sueños que son demasiado buenos para despabilarse con el ruido agudo, metálico y tan, pero tan detestable del despertador.

Respecto de esto, he elaborado distintas teorías, pero ninguna termina de conformarme. ¿Deberíamos usar como despertador una canción o sonido que nos agrada? La respuesta es NO. Salvo que estemos dispuestos a que ese agrado originario se transforme en repulsión, y que esa melodía pase a estar en la lista de cosas que jamás, ni que me obligue mi mamá (para vos, mi terapeuta), incluiría en ningún aparato reproductor y/o portador de sonidos.
Entonces, acá la antítesis: ¿debiéramos usar entonces una melodía que ya odiemos, como para ahorrarnos el trámite? Mi respuesta vuelve a ser negativa. La justifico con una situación gráfica: levantarse a las 6:30 de la mañana al ritmo de “vamos los pibes, todas las palmas” etc. etc. (con respeto hacia todos los gustos musicales) no es mi idea de un buen despertar. Sería el corolario de un amanecer traumático.
Llego así a la conclusión: después de todo, prefiero el ruidito metálico. No porque sea bueno, sino porque es tan social que es menos desagradable el saber que al mismo horario, lo estamos odiando miles de nosotros (¿falacia de apelación al pueblo le decían?).

Me di cuenta de que le tengo mucho miedo a mi tortuga. A veces me divierte (sobre todo cuando entablo luchas improvisadas entre ella y mi zapatilla), pero cuando se aproxima silenciosa mientras tomo sol, deseosa de morderme los dedos de los pies, le temo. Y es un temor fundado en estadísticas de buena fuente: el 100% de las mordidas en los dedos de papá lo hicieron sangrar.

Cuando nos queremos hacer las rebeldes superadas, las mujeres de mi tipo (categoría sin nomen) hacemos cosas como: teñirnos/cortarnos el pelo; comprarnos ropa original/excéntrica/anteojos llamativos; dejar de depilarnos; salir a la calle descalzas o tratar mal, de una vez por todas, a esa vecina que nos arruinó varios días de la infancia-adolescencia al decirnos que “estamos más gorditas” (con un acompañamiento salival de importancia). Que conste que la vecina digna de ser quemada en la hoguera puede ser reemplazada por cualquier individuo de rasgos humanoides que haya tenido el tupé de humillarnos.

Si llego a oír una vez más, en cualquier contexto, la frase “es lo mínimo que nos merecemos”, o me entran convulsiones, o me prendo fuego.



Bueno, después de todo ni tenía ganas de escribir tan largo, ni tampoco es cierto eso de que lo bueno viene en frasco chico. He decidido sortear con este texto todas las reglas de la lógica, y un poquito también las de la profundidad conceptual.

lunes, 29 de octubre de 2007

Paren el mundo...

Bajarme del mundo
Eso quiero hoy
Que se pare todo alrededor mío
Que las cosas dejen de moverse y que el tiempo deje de pasar
Quedarme desparramando lágrimas hasta sentir que estoy seca, que nunca más voy a llorar así.
Y ahí ponerle play y arrancar de nuevo.




Stop this world, let me off
There's just too many pigs
in the same trough
There's too many buzzards sitting on the fence
Stop this world, it's not making sense
Stop this show, hold the phone
Better days this girl has known
Better days so long ago
Hold the phone, won't you stop the show
Well, it seems my little playhouse
has fallen down
I think my little ship has run aground
I feel like I'm in the wrong place
My state of mind is a disgrace
Won't you stop this game,
deal me out
Iknow too well what it's all about
I know too well that it had to be
Stop this game well it's ruining me
Well I got too smart for my own good
I just don't do the things
I know I should
There's bound to be some better way
I just got one thing more to say
And that is
Stop this game, deal me out
I knowtoo well what it's all about
I know too well that it had to be
Stop this game
well it's wrecking me

viernes, 12 de octubre de 2007

No para de llover ni de sangrar

Odio los días en que uno se siente atacado por todos los flancos, y parece que ninguno resiste. Es tener varias heridas abiertas y no saber cuál curar primero.

Es no estar segura de querer curarlas, y pensar más de una vez en dejar que se desangren.

Pero nunca tuve el valor de desangrarme, en realidad lo que espero es que sanen solas, con la esperanza de que en un tiempo, no queden muchas cicatrices.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Algo así como un embudo

A veces es necesario salir para entrar.
Tema de interminables sesiones ha sido convencerme de que ser parte de algo no siempre es bueno, sobre todo si implica dejar a un lado el ser uno mismo para ser un poquito de cada uno, y que a veces enfrentar el miedo a salir puede hacer que la vinculación con los demás sea mucho más sana de lo que pensábamos, o que simplemente no valga la pena
^^
^^
^^
Sí, ni un punto, pero punto y aparte

domingo, 30 de septiembre de 2007

Sin música de fondo

Hoy domingo.
Hoy día de pocos autos y de diagonales vacías.
Hoy día de mañanas cortas y tardes eternas, que se perpetran en las 7 de la tarde.
Hoy final del día, de la semana y de las ganas.
Hora de la nostalgia y de reloj que se queja cada vez que mueve sus agujas. Es que prevé la llegada de su muerte. Y de la vida de una nueva hora, que va a ser la encargada de ejecutar sin piedad otro día más.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Niñez en cuclillas


Muchas veces miro hacia atrás. Todas esas veces me gustaría que fuera algo más que eso. Que sea volver, con pasos firmes y cortitos; con valija en la mano en la que me pueda llevar todas las cosas que aprendí desde ese entonces hasta ahora.
Si lo que se ahora lo hubiera sabido también en ese momento, las cosas hubieran sido distintas. Unas palabras no hubieran pesado tanto y otras las habría entendido mejor.
Algunas de esas veces en que miro hacia atrás, si me concentro mucho, hasta parece que de veras me hubiera trasladado a ese momento. A ese preciso instante en el que mi memoria de infante empezó a acumular recuerdos que me iba a devolver, con cierta burla, cuando creciera y los pudiera entender mejor.
Después escucho que la cordura golpea la puerta. Sin esperar a que le diga “adelante”, entra y me habla al oído. Despacito pero aguda. A veces hasta dolorosa. Me pide que vuelva, que si sigo pensando en lo que fue y podría haber sido me voy a quedar ahí para siempre. Me corre un frío por todo el cuerpo.
Y como buena cobarde que soy, sacudo las neuronas embelesadas por los viejos tiempos, y prefiero volver a lo de siempre.
De todas formas, eso de quedarme ahí para siempre me anda dando vueltas en la cabeza
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Más seguido de lo que quisiera


*MEI

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Santa Rosa

Si querés llover hacelo. Hoy las gotas no me mojan. Soy impermeable. Por un rato. Un impermeable azul con capucha, como el de mi tío. Y me llega hasta los tobillos.
Si querés tronar hacelo. El ruido no me asusta. No estoy sorda, pero escucho con otros oídos. No voy a ir corriendo a taparme con la almohada. Hoy te escucho. Sos trueno. Venís después de la luz con esas ansias de avisar que estás. De hacerte sentir. Vos allá, tan arriba. Yo acá, casi en el fondo, con ganas de subir. Y de que vos bajes. Que bajes y veas que acá abajo las cosas están más que fregadas: mucho ruido allá, y conmigo, todas las nueces.
Si querés dejar de llover podés hacerlo sin ningún remordimiento. Voy a sentir melancolía, sí. La lluvia me autoriza a dormir la siesta. Pero el sol me obliga a salir a buscarlo, y eso me gusta más.
Y si querés podés seguir lloviendo, tronando, dejando de llover y ser sol, un rato sí y un rato no. El tiempo inestable me resulta divertido, siempre y cuando no me agarre sin paraguas y en sandalias…aunque eso también estaría bueno.

domingo, 9 de septiembre de 2007

"I see mad people"

Es una lástima que los seres humanos no hayamos nacido con el tan aclamado sexto sentido.
Si hubiéramos nacido con él, no tendría que estar pidiendo que dejemos el sarcasmo para un día en que mi autoestima no esté con ánimos de abandonarme.
No habría que soportar cuestionamientos acerca de la causa-fuente de nuestro mal humor matutino.
No me tendría que estar convenciendo de que no todos los disconformes tienen que ver conmigo.
No pensarías que cuando te digo que no me pasa nada, estoy siendo tan sincera.
Y sobre todo, podría andar por el mundo con la tranquilidad de que, por suerte, el 99% de la población tiene cosas más importantes que hacer antes de ponerse a pensar en todo lo que estoy haciendo mal.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Historia gráfica de cómo mi mamá nunca logró sacarme una foto normal para su cuadrito perfecto



Y ni se imaginan las imitaciones de cada una de ellas hechas por mi mamá hace sólo instantes...hacía mucho que no me reía hasta que me dolía la panza...

miércoles, 5 de septiembre de 2007

"Sí, es tu inmadurez...ya me la presentaste varias veces"


Mi mamá tiene la odiosa capacidad de encontrarle a cada una de sus afirmaciones ilógicas, una respuesta aún más ridícula que la propia afirmación. Y lo hace con la mayor seriedad que cualquier tema, menos ese, podría tener.
Lo peor de todo es que mi inventiva para la ridiculez nunca supera la suya.

"Son años..." dice ella.

martes, 4 de septiembre de 2007

Esas contradicciones tan humanas

Cuantas menos cosas pienso que tengo para decir, más saltan a la luz otras interesantes que no imaginé que me pasaban por la cabeza.
A medida que voy cumpliendo años, me siento psíquicamente más adolescente. Y eso no puede ser tan bueno.
Yo quiero que vos consigas lo que querés, pero a mi no me gusta y quiero que no pase jamás.
A veces está bueno estar de mal humor y no tolerarse a uno mismo. Lleva a reflexiones muy interesantes.
Estar de buen humor y darte cuenta de que podés crear millones de ironías si canalizás bien la no tolerancia por determinados seres humanos, triplica las posibilidades de que ese buen humor se mantenga durante todo el día. Pero cuando esa no tolerancia es muy extrema, el sólo hecho de cruzarse a esa/s persona/s puede vencer cualquier ley mística y hasta vulgar sobre la buena suerte.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Bingo!


Iba a titularlo “descubrimientos”, pero me di cuenta que para más de uno iba a ser tremenda ridiculez, así que decidí que solo diga “bingo”.
Sí, está buenísimo darte cuenta de que, en ciertas cosas estas solo. Y no lo digo de ermitaña ni con intención de herir susceptibilidades. Pero que sólo yo, yo y yo, o en su defecto también yo, sepamos algunas cositas de mi misma, es impagable.
Y por eso no lo pienso contar :P

miércoles, 22 de agosto de 2007

Repeticiones


Que grosa!

"Burocracia, su lechuguita"

Ahora resulta que un DNI y una libreta recientemente actualizada no alcanzan. También necesito un certificado. Ya me la veo venir: "no señorita, esta vez le faltó hacerse el ADN y la colonoscopía".
Y eso que me gustan las bibliotecas...

Cuando viré la cabeza y miré hacia atrás me di cuenta de que no había salida posible desde el pasado. A mis costados, ni hablar. Muros altos desde los que parecía no haber un más allá. Ni siquiera posibilidades de escalar.
Entonces decidí que ese muro que me enfrentaba no iba a ser tan grande. Y fue así como de repente, se disolvió.

lunes, 20 de agosto de 2007

Antítesis

¡PERO ES QUE NO ENTIENDO TODAVÍA POR QUÉ ODIO TANTO LOS DOMINGOS!
NO SE SI ES ALGÚN CONFLICTO SOCIAL NO RESUELTO O ALGÚN TRAUMA CULTURAL MEDIO SÁDICO, LA CUESTIÓN ES QUE, HAGA LO QUE HAGA, SIGUE SIENDO TORTUOSO.
SEGURO QUE ES CULPA MÍA, POR PROMETER EMPEZAR TANTAS COSAS LOS LUNES…(y eso que me vengo proponiendo que no se culpe a nadie)...



Cause I love to lay here lazy
We could close the curtains
Pretend like there's no world outside

jueves, 16 de agosto de 2007

Parte II: Patricio (5)


- Patricio entra a la habitación de Fede para visitarnos, mientras intentamos dormir la siesta y yo matar mis ansias de lagrimear. Cuando se pone a jugar, el tío Fede lo advierte: "no Pato, no molestes a Lucía que está triste". Patricio se acerca y al oído me pregunta en susurros: "¿es cierto eso?". Le contesto con un sí que contiene lágrimas a más no poder. Entonces, Patricio saca un tubito de cartón pintado y con alitas y agrega: "no tenés que estar triste, ¡yo te traje un cohete!".
- (Trataré de reproducir fielmente el relato familiar). Patricio jugaba con su abuelo para ver quién ganaba a las cosquillas. Lógica y genealógicamente, su abuelo salió triunfante. Con un poco de indignación y otro poco de desconcierto, Pato no pudo contener sus reflexiones: "No entiendo cómo alguien viejo, taaan viejo, puede conservar sus habilidades..."

miércoles, 15 de agosto de 2007

Inocencia interrumpida

Siempre me pareció muy explicativa la historia del rey que, engañado por un par de estafadores y por su propia ignorancia, salió a encontrarse con el pueblo desnudo, creyendo que usaba un traje bordado en oro. Apoyé, en base a eso, la teoría de que los niños no pueden callarse las verdades que, para todos son evidentes, pero algunos pretendemos no ver.
Ayer iba caminando por la calle y un infante de unos 8 años busca mi atención al grito de "señora, usted señora"...
Estoy en un dilema: o el cuentito fue siempre una farsa que nos quiso hacer creer que de niños eramos especiales, o realmente ya han surgido tantas nuevas generaciones después de la mía.
Sí, estoy algo así como generacionalmente desesperada.

It's a promise

Volveré y seré millones de escritos.
Lo juro

viernes, 13 de julio de 2007

De cómo las cosas se pueden volver complicadas por el sólo impulso humano


Cuando las cosas se complican, es algo así como un vaso de agua al que le echamos unas gotitas de leche. Se enturbia. No se puede ver mucho. Sombras, algunos movimientos.
El tema es la solución. No se si a razón de la química, la física o sólo las ganas de hacer que las cosas sean aún más complicadas, el tema es que es prácticamente imposible hacer que el agua vuelva a ser transparente.
Tampoco es cuestión de andar derramando el agua (y la leche, recordemos), porque después se arma flor de desastre, y todo se va de cabeza al piso. La diseminación entonces, descartada.
La opción será arreglárselas para no ahogarse en un vaso de agua (turbia), empezar a interpretar sombras y movimientos, aprender a nadar un poquito por los contornos del vaso, y a ver que nos dice.

Y sino, a hacer la plancha.

He dicho.


(Definitivamente este vaso necesita ir a terapia)

jueves, 12 de julio de 2007

Nadie dijo que fuera fácil

Lo robé, pero se lo robé a Fede que a su vez se lo robó al señor Pérez Reverte. Es que me trajo a la cabeza una mezcla extraña de nostalgia, identificación, algo también de buenos augurios. Los resultados fueron positivos. Por ahí a más de uno también lo hace sentir bien. Así que, gracias a Fede, y aquí va para el resto:
Nadie dijo que fuera fácil
(...) "Ahora sabes que todo merece la pena. La larga travesía por ese mundo de méritos numéricos y ausencia de reconocimiento, donde te viste obligada a arrastrar contigo al niño de papá, al tonto del haba, al inútil carne de matadero, con tal de llevar a buen término el trabajo para el que te bastabas en solitario. Has crecido y sabes que las oportunidades no estaban en los otros, sino en ti. Que no había nada malo en aquella chica tímida que se llevaba libros a las horas libres de tutoría; que buscaba la mirada de los profesores inteligentes, no para hacerles la pelota, sino por sentirse cómplice y no estar sola. La jovencita que sobrecargaba la mochila con El guardián entre el centeno o El señor de los anillos, que en la excursión del cole a Madrid prefería ver el Planetario, el Prado o el Reina Sofía a dejarse la garganta en el parque de atracciones. Que se enfrentaba a la hostilidad de compañeros cretinos porque era la única que había leído las Sonatas de Valle-Inclán o sabía quién era Wilkie Collins. Ahora que miras hacia atrás con madurez, comprendes que cada vez que alguien ninguneó tu forma de ser, te insultó, te miró por encima del hombro, no hizo sino precipitar tu aprendizaje y tu lucidez. Tu certeza de ser mejor, más despierta y diferente.Mírate ahora. Qué lejos estás de tanto borrego y tanto buey. Entras en la edad adulta sin que nadie pueda imponerte una sonrisa falsa cuando el mundo y su estupidez, su envidia, su mezquindad, te hagan fruncir el ceño. Ahora tienes la certeza de que no te equivocaste, y de que la niña callada en el banco del fondo puede ser vengada por la mujer que hoy la recuerda. Sabes ya que puedes ser feliz a tu manera y no a la de otros, con tus libros, con tus películas, con tu familia, con esos amigos que no sabes cuánto tiempo van a durar y por eso aprecias tanto, con la mirada serena que ahora posas a tu alrededor, en la calle, en el trabajo, en la vida. En la muerte. Ahora sabes que la virtud, en el más hondo sentido de la palabra, está en ese aguante de tantos años, cuando cerca estuvieron de convertirte en otra. Comprendes al fin que los malos profesores son un accidente sin demasiada importancia, pues eres tú quien aprende; y la vida, incluso con sus insultos, con sus malvados, con sus tragedias, con sus reglas implacables, la que te enseña. Nadie dijo que fuera fácil.El otro día fuiste a ver Salvador y saliste del cine asombrada, llorando. No por la película, ni por la suerte del protagonista, sino por la certeza de que los ideales de aquel muchacho ya no tienen sentido, porque ninguno los sustituye ahora, porque la gente de tu edad se divide en dos grandes grupos: una minoría de analfabetos desorientados, pasto de demagogia barata en manos de políticos sin escrúpulos, y una masa inerte cuya única aspiración es salir en Gran Hermano o ponerse hasta arriba el sábado por la noche; jóvenes con garganta y sin nada que gritar, que se irían por la pata abajo puestos en la piel de Salvador Puig Antich, o a los que, viendo El crimen de Cuenca, la sola visión del garrote vil haría cerrar los ojos con escalofríos en la nuca. Pero tus lágrimas, amiga, demuestran que tienes razón. Que no te equivocaste al amar al conde de Montecristo y al Gabriel Araceli de Galdós, al buscar el secreto genial de un soneto de Borges o Quevedo, al transitar, jugándotela, por los senderos sin carteles luminosos en los pasillos oscuros de la Historia. Al hacer de cada esfuerzo, de cada miedo, de cada desengaño, de cada ilusión y de cada libro, un martillo con el que picar los muros espesos que te rodean.Y si algún día tienes hijos, intenta que sean como tú. Como esos tipos flacos de los que hablaba Julio César, a la manera de Casio: gente de dormir inquieto, peligrosa y viva. La que quita el sueño a los apoltronados y a los imbéciles."

Al final si, es un poco de nostalgia y mucho de deseo. Hasta un poco de reivindicación diría yo...

miércoles, 11 de julio de 2007


Parte I: Anita (3).
Mientras toda mi familia pasaba el cumpleaños de mi madre en la cocina, fuimos con Anita al living. En el camino, le clavó la vista a la caja de bombones que su mamá le había regalado a la mía. Sin que tuviera que decir nada, robé uno para ella. Le expliqué que era algo secreto, y que no le podía contar a nadie. Finalmente agregué: “cuando termines, tenemos que hacer que no quede ningún rastro”.
Con carita de “esto sí que es serio”, apuró el resto de bombón que quedaba, extendió sus manitas llenas de chocolate y sentenció con firmeza y seriedad: “chupá”.

Mejor que sea subterráneo

Suele ser un gran problema cuando uno tiene tantas cosas para decir a tanta gente y sabe que no puede empezar, ni seguir, ni terminar. Me acuerdo que varias veces me describí como una caja llena de cajitas. Pero ser así también es muy tedioso. Sentir que la necesidad de hablar es tan grande e imperiosa pero a la vez imposible de satisfacer. Que a nadie le va a importar tanto de todas formas. Que nunca va a ser suficiente para ninguno de ellos. Que las cosas son así y punto. Ni seguido, si suspensivos, ni punto y coma. Punto final. Punto principio. Y empezar de nuevo y ver si esta vez lo alcanzo. Y decir que la próxima va a ser distinto, y que mejor así, y que mejor no hablar…y que mejor huir. Huir y encontrar un lugar tan propio que no sea de nadie más. Que no lo conozcas. Que nunca te enteres. Que sea fácil para mí llegar. No tengo registro ni ganas de caminar. Además podrían seguirme y descubrirlo. Mejor no, que sea subterráneo. Que nunca te enteres. Que tenga agua mía, sol mío, espacio mío. Fotos, libros. Papeles, música mía. Que no entre el frío. Que no se haga de noche. Que nunca te enteres. Para hacer lo que más tengo ganas de hacer, que no es algo pero es todo, que no es nada pero es tanto. Que a veces es tan poquito y tan difícil al mismo tiempo. Casi o mas difícil que pedir que nunca te enteres. Mucho más difícil que lograr que este lugar, tan exacto y tan inexistente alguna vez deje de serlo…


Y si existe

Y si es exacto

Por Favor

No te Enteres….

martes, 15 de mayo de 2007

7 Razones Capitales

La primera razón por la que uno puede llegar a abandonar todo es el aburrimiento.
Aburrirse es algo así como sentir que el tiempo está pasando sin haber hecho nada al respecto. Es ver correr todo por alrededor de uno, lleno de colores y de formas, y sentirse gris y estático.
Creo que la segunda razón es el miedo. No atreverme a hacer tantas cosas cuando adentro quede tanta energía frustrada. Que la razón y la inconsciencia sean lógicamente incompatibles.
La tercera debe ser definitivamente la tristeza. A mi se me somatiza en el estómago. Y calculo que es eso que uno tiene todo el tiempo en la cabeza, a pesar de estar haciendo tantas otras cosas. Que nos dibuja la sonrisa más amarga, y más mentirosa de todas.
La cuarta, la inseguridad, el sentirse expuesto a todo lo que pasa. Es como ser una casita hecha de fósforos en pleno cuento de los tres chanchitos. Sentir que a la primera brisa, todo se va a venir abajo.
La quinta, la incertidumbre. La duda siempre vigente, la idea constante de que por más que nos esforcemos, nunca tenemos la última palabra.
La sexta, la ansiedad. Por querer que todo llegue ahora, vivir en un futuro ideal que muchas veces no llega, y romperte la cabeza pensando en cómo hacer para que el tiempo pase más rápido.
La séptima, la disconformidad. Creer que nunca nada va a ser suficiente. Que siempre se hubiera podido un poquito más.


Son mis siete razones, creo que todos cargamos con las nuestras. Están ahí, en cualquier momento. Esperando a conjugarse con la debilidad. Pensando en la forma de triunfar. Y yo me pregunto, ¿tenía que ser justo la inseguridad hoy?
Y una voz que conozco desde hace mucho pero con la que todavía no me puedo encontrar me contesta. Me parece que tiene razón. Pero mejor que quede entre nosotras.

I’m living in a story written by the dream of a movie star in a movie.I’m sleeping in a bed inside of a motel on a dirty road by the freeway.I’m swimming in the waters hidden in the streams of a river made for the blue sea. I’m living in a story written by the dream of a movie star in a movie. All I do is look around for your help and see no one nowhere. All I do is look around for your help and find no one nowhere. All I do...

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(¸.·´ (¸.·` Oh mama save my soul

Sensación invernal

Muchas veces parece que entrar es una forma de salir. Entrar en un espacio distinto, muy distinto del espacio real, que en realidad deja de ser real en algún punto. Lo real es otra cosa. Lo real es lo que ahora la lleva a la introspección, le hace esconder la cabeza como una tortuga…los demás piensan que sigue ahí, afuera, dispuesta a escuchar todo, hasta lo más desagradable y poco profundo que tienen para decir. Pero no. Hace rato que decidió dejar para ellos sólo esa imagen, y retirarse a aquél lugar que sólo ella puede crear para ella misma. El único que la saca, aunque sea un ratito, de esa frivolidad despiadada de todo ese mundo frívolo y despiadado como la soledad misma. De unos cuantos árboles tiesos y sin hojas, de flores mojadas en el piso y de domingos despoblados con frío y pañuelos, en la ciudad de las diagonales que no llevan a nada, y que terminan en lugares aún más vacíos.
Es así como el olvido no es siempre signo de mala memoria, sino de una diplomacia desganada que trata de hacer parecer (muchas veces muy infructuosamente) que nada ha pasado por aquí…el problema fue que lo que pasó fue nada más y nada menos, que una vuelta de 180 grados.
Entonces, mientras esta alma solitaria escucha decir a “Mad World”, “when people run in circles it’s a very, very mad world” entiende que por ahí la loca es ella. Por ahí eran 360 grados, y otra vez a lo mismo.

domingo, 22 de abril de 2007

Representaciones o nada

Las caras se miran y sienten ese vacío tan propio de esta ciudad y de este tiempo. Tan propio de mí y de todos.
Si cierro los ojos, cada vez me cuesta más acostumbrarme a la nada. A ser y a no ser al mismo tiempo. A existir pero que nadie lo sepa.
Y si uno existe porque existe otro, qué es lo que pasa cuando uno no existe para los demás… ¿dejaré de existir por eso?
Se que existo para algunos, pero esa parcialidad ¿en que se refleja? ¿En conocer sólo la mitad de las cosas? ¿En no poder ver con la amplitud que quisiera? Quizás todo, quizás nada, la cuestión es que ver con claridad el todo nunca es posible.
Será por eso que algunos días también son nublados. Los tiempos que corren por dentro y por fuera de mí son tan dispares…no logro conciliarlos bien.
Y si la cuestión es tratar de ayudarme a mi misma, deberé empezar por pensar con cuál de los dos tiempos me quedo.
De todas formas…no creo que pueda elegir.

Tan Uno

Y a veces la inspiración es una compañía para el aburrimiento. Lo traumático también suele ser determinante. Es así que decidió sentarse cerca de esos papeles, para cuando ella llegara. O quizás para cuando él llegara…parecía que a veces se sentía también un poco obligada por los otros, y no sólo por su propia consciencia.
Y lo traumático de hoy había sido algo tan leve, tan intrascendente para el resto del mundo que probablemente nadie se hubiera enterado a no ser por su cara de horror y las ganas de llorar que se le escaparon por la boca. Le había parecido verlo, una vez más, parado frente a ella, desafiándola.
Es muy probable que el resto viera sólo un hombre, con gesto apacible y cálido. Con un bastón y un paquete color café debajo de su brazo. Ella vio más. Vio tantas cosas juntas, tantas vueltas, tanta lentitud que hacía de ese instante, el momento más largo de su vida.
Cuando se bajó del micro, corrió a su casa, pensando en escribir.
Quizás porque el papel no aguantó, porque de tanto tratar de expresar, el cuerpo no soportó… quizás el alma. Pero cuando el llegó la encontró dormida sobre su hoja de papel en blanco. Y al levantarla fue como si cargara una pluma en brazos. Ahí comprendió que ella estaba vacía también, y ya no hubo forma de hacerla despertar.