viernes, 28 de diciembre de 2007

de Anita Y Santiago



ANITA
Anita es la hermana mayor, con 4 años cumplidos.
Anita hace que las palabras salgan del sopor cotidiano, y las vuelve divertidas.
Anita no dice “Che Guevara”, sino “Quechevara”.
Anita no dice cumpleaños, dice “pucaños”.
Anita no me dice Luchi, me dice Uchi.
Anita, el 23 a la noche se arrodilló ante el árbol de Navidad y pidió: “Papá Moel, te lo ruego, traeme el traje de la sirenita”, entre llantos.
Anita recibió el traje de la sirenita y unas sandalias de las princesas de Disney, y se pusó todo junto, recibiendo el comentario paterno de que “estaba impresentable”.
Anita no le dice “Alicia” a su abuela sino “Licia” porque “la A es suya”.
Anita abraza poco, pero da los abrazos más lindos.
Anita da pocos besos, pero son inesperados, espontáneos y te llenan como ningún otro.
Anita está contenta porque aprendió a dibujar “mariposas y zapatos”.
Y yo estoy contenta porque Anita dibuja mariposas, se disfraza de Sirena, disfruta más que nadie de su pucaños, y me da los abrazos y los besos más lindos, cuando menos los espero.




SANTIAGO
Santiago es el miembro más nuevo de la familia, con sus 19 días cumplidos hace minutos.
Santiago se mueve todo el tiempo, pero ya sabe dormir solo.
Santiago tiene los ojitos muy abiertos, aunque todavía no pueda mirar nada.
Santiago tiene un olorcito que no se compara a nada, y sólo puede catalogarse como “olor a bebé”.
Santiago duerme toda la noche, mamá y papá agradecidos.
Santiago llora despacito y da unos grititos tan suaves, que te dejan con ganas de escuchar más.
Santiago tiene un pocito en la cola.
Santiago se saca el chupete todo el tiempo, e inmediatamente le hace saber al mundo que necesita recuperarlo.
Santiago esboza una sonrisita de costado, que algunos llaman reflejo.
Yo prefiero pensar que ya se ríe un poquito de esta familia disfuncional que le tocó.

Test para mujeres psicológicamente afectadas, parte I:

dime como reaccionas a los pleitos con tu madre y te diré que clase de neurótica eres.

Ante las peleas:
1) Decides enfrentarla valerosamente y responder con tus propios argumentos.
2) Optas por ignorarla, dejar que su monólogo de climaterio conflictivo pase desapercibido hasta que muera por su propia irrelevancia.
3) Comienzas llorar angustiosamente hasta eliminar todo el contenido negativo que te invade.
4) Te largas a llorar angustiosamente hasta que el enemigo se apiade de ti.
5) Lloras angustiosamente hasta que alguien se conmueva y se te alíe en la lid.
6) Te muestras completamente divertida con la situación, hasta llevarla a su frustración.
7) Sólo te sientes satisfecha una vez que has logrado librarte de ella, en la generalidad de los casos mediante métodos violentos (léase: encenderías una hoguera sólo a ese fin, aunque mueras en el intento).

Si elegiste:
1) Estás tan loca como tu madre. Es muy probable que seas su calco en la menopausia.
2) Sos peligrosa. Generalmente las mujeres como vos dejan que la situación pase inadvertida pero no pueden evitar luego de un par de años actuar alevosamente hachando la cabeza de la progenitora (el hacha no es instrumento esencial, puede ser reemplazada por elementos contundentes o armas blancas).
3) Tu debilidad encanta a la boa matriarca. Cada lágrima que derramas es néctar para su ego.
4) Sos una pésima estratega. No me extrañaría que, desde donde estés, oigas la risa de la hiena.
5) Otra mala estratega. Si alguien se te alía porque lloras, no es buen aliado: es demasiado sensible y poco táctico. Necesitas de un verdadero can que al menos, haga del trance bélico algo divertido y morboso.
6) Puede llegar a ser una buena táctica, pero no funciona para todos. Quienes tenemos madres corpulentas (y usualmente de orígenes mediterráneos) sabemos lo difícil que es mantener la sonrisa al ver tremendo espécimen abalanzarse. Por otro sector, quienes tienen madres que los mantienen tendrán bien en claro el significado de la palabra extorsión.
7) Suelen ser mujeres que llevan más de 40 años conviviendo con sus madres y en general, ya han experimentado casi todas las reacciones de los incisos 1 a 6, que por cierto nunca funcionaron.
Hace aproximadamente 1 año, esta rara avis se preguntó para qué podrían servirle esas viejas estacas de madera que guardó su padre antes de morir, e incluso estuvo a punto de tirarlas. Tiempo más tarde (luego de que su madre fuera hallada estaqueada en el jardín de su casa a pleno sol de enero, a lo gaucho del Martín Fierro), cayó en la cuenta de que su padre, como siempre, tan previsor, había forjado su futuro (o más que forjado, tallado).