domingo, 22 de abril de 2007

Representaciones o nada

Las caras se miran y sienten ese vacío tan propio de esta ciudad y de este tiempo. Tan propio de mí y de todos.
Si cierro los ojos, cada vez me cuesta más acostumbrarme a la nada. A ser y a no ser al mismo tiempo. A existir pero que nadie lo sepa.
Y si uno existe porque existe otro, qué es lo que pasa cuando uno no existe para los demás… ¿dejaré de existir por eso?
Se que existo para algunos, pero esa parcialidad ¿en que se refleja? ¿En conocer sólo la mitad de las cosas? ¿En no poder ver con la amplitud que quisiera? Quizás todo, quizás nada, la cuestión es que ver con claridad el todo nunca es posible.
Será por eso que algunos días también son nublados. Los tiempos que corren por dentro y por fuera de mí son tan dispares…no logro conciliarlos bien.
Y si la cuestión es tratar de ayudarme a mi misma, deberé empezar por pensar con cuál de los dos tiempos me quedo.
De todas formas…no creo que pueda elegir.

Tan Uno

Y a veces la inspiración es una compañía para el aburrimiento. Lo traumático también suele ser determinante. Es así que decidió sentarse cerca de esos papeles, para cuando ella llegara. O quizás para cuando él llegara…parecía que a veces se sentía también un poco obligada por los otros, y no sólo por su propia consciencia.
Y lo traumático de hoy había sido algo tan leve, tan intrascendente para el resto del mundo que probablemente nadie se hubiera enterado a no ser por su cara de horror y las ganas de llorar que se le escaparon por la boca. Le había parecido verlo, una vez más, parado frente a ella, desafiándola.
Es muy probable que el resto viera sólo un hombre, con gesto apacible y cálido. Con un bastón y un paquete color café debajo de su brazo. Ella vio más. Vio tantas cosas juntas, tantas vueltas, tanta lentitud que hacía de ese instante, el momento más largo de su vida.
Cuando se bajó del micro, corrió a su casa, pensando en escribir.
Quizás porque el papel no aguantó, porque de tanto tratar de expresar, el cuerpo no soportó… quizás el alma. Pero cuando el llegó la encontró dormida sobre su hoja de papel en blanco. Y al levantarla fue como si cargara una pluma en brazos. Ahí comprendió que ella estaba vacía también, y ya no hubo forma de hacerla despertar.